

L'Escola va visitar els dies 21 i 22 d'0ctubre l'exposició "Sorolla, Visions d'Espanya". L'assistència va ser molt bona i les persones participants van gaudir de l'excepcionalitat de l'obra exposada que potser no es tornarà a veure mai més fora de la seua seu a la Hispanic Society de Nova York.
Col·loquem a continuació un breu resum del apunts de classe en castellà que expliquen els detalls de com es va arribar a consolidar aquest gran projecte pictòric.
"El éxito obtenido en los Estados Unidos por Sorolla en los años 1909 y 1911 debió determinar el encargo que recibe de The Hispanic Society of América de Nueva York, para ejecutar una decoración sobre las provincias de España. Se compromete a realizar una decoración de setenta metros lineales por tres o tres y medio de altura con representaciones de la vida actual de España y Portugal. Dos años más tarde se acuerda eliminar Portugal del conjunto. Sorolla se enfrenta con una obra mural, aunque esté pintada al óleo sobre lienzo, para la que no está preparado, pero su tesón y ganas de trabajar, además de la jugosa oferta económica (150.000 dólares) sacarán adelante el proyecto.
En 1911, Sorolla y mister Huntington firmaron el contrato por el que se comprometía a pintar una serie de paneles que representaran las regiones españolas. Vasto trabajo que finalizó en 1919.
· Recorrió toda la geografía española recabando información y haciendo estudios.
· Quiere mostrar las capas populares como depositarias del carácter nacional (acercándose al espíritu del 98)
· Representa una España típica y tradicional tomando como temas principales la fiesta y el trabajo.
· Las escenas, al margen de lo representado, nos muestran la excepcionalidad de su colorido, expresan una gran fuerza pictórica, transmiten sensaciones de movimiento, manifiestan un gran equilibrio de sus masas y volúmenes…
· En El encierro, 1914, que rememora Andalucía, la línea férrea dice el tiempo presente, pero los toros bravos, en cuyos pitones se afila tan poderosa capacidad de matar, nos regresan hasta tiempos inmemoriales de los antiguos pueblos mediterráneos.
· En El baile, 1914, de gran valor por el movimiento y el ritmo que se transmite, hay algo atávico que pervive en las bailarinas con sus danzas de evocaciones legendarias.
· En La jota de Aragón, 1914, las figuras humanas no destacan frente al paisaje sino que por el contrario aparecen plenamente fundidas con él, como si todos ellos, personajes y montañas estuviesen constituidos de la misma sustancia, integrados en un conjunto duro, frío y severo. Los vestidos son como tierra o como rocas, los brazos que se levantan propulsados por la danza son como barranqueras o collados.
· Castilla es una de las regiones mejor representadas. En Procesión del pan, un impresionante conjunto de casi catorce metros con cientos de personajes que desde la Ávila amurallada parecen avanzar hacia el centro de la sala. Sorolla ofrece una panorámica que podríamos denominar en cinemascope, en cinerama. En realidad, este efecto de gran cortejo en movimiento visto en su totalidad parece captado más con la cámara del fotógrafo que con la del cine.
· La pesca del atún en Ayamonte, 1919, es una obra maestra. El pintor ha elegido un tema que domina y con el que se siente identificado: el trabajo del mar. Bajo un toldo que tamiza la intensa y amarilla luz del sol se esfuerzan los trabajadores en arrastrar los pesados atunes, contrastando sus figuras laboriosas con la indolencia del grupo de tres marineros a la derecha. Es una pintura llena de reverberaciones, el brillo del sol en el agua es cegador como en pocas obras. El sol, que a tantos niños y pescadores les hace llevar la mano cual visera para protegerse los ojos, lo inunda todo aquí. Esta última pintura para la Hispanic fue realizada cuando ya planeaba sobre el artista la enfermedad que lo llevaría a la muerte.
· Recorrió toda la geografía española recabando información y haciendo estudios.
· Quiere mostrar las capas populares como depositarias del carácter nacional (acercándose al espíritu del 98)
· Representa una España típica y tradicional tomando como temas principales la fiesta y el trabajo.
· Las escenas, al margen de lo representado, nos muestran la excepcionalidad de su colorido, expresan una gran fuerza pictórica, transmiten sensaciones de movimiento, manifiestan un gran equilibrio de sus masas y volúmenes…
· En El encierro, 1914, que rememora Andalucía, la línea férrea dice el tiempo presente, pero los toros bravos, en cuyos pitones se afila tan poderosa capacidad de matar, nos regresan hasta tiempos inmemoriales de los antiguos pueblos mediterráneos.
· En El baile, 1914, de gran valor por el movimiento y el ritmo que se transmite, hay algo atávico que pervive en las bailarinas con sus danzas de evocaciones legendarias.
· En La jota de Aragón, 1914, las figuras humanas no destacan frente al paisaje sino que por el contrario aparecen plenamente fundidas con él, como si todos ellos, personajes y montañas estuviesen constituidos de la misma sustancia, integrados en un conjunto duro, frío y severo. Los vestidos son como tierra o como rocas, los brazos que se levantan propulsados por la danza son como barranqueras o collados.
· Castilla es una de las regiones mejor representadas. En Procesión del pan, un impresionante conjunto de casi catorce metros con cientos de personajes que desde la Ávila amurallada parecen avanzar hacia el centro de la sala. Sorolla ofrece una panorámica que podríamos denominar en cinemascope, en cinerama. En realidad, este efecto de gran cortejo en movimiento visto en su totalidad parece captado más con la cámara del fotógrafo que con la del cine.
· La pesca del atún en Ayamonte, 1919, es una obra maestra. El pintor ha elegido un tema que domina y con el que se siente identificado: el trabajo del mar. Bajo un toldo que tamiza la intensa y amarilla luz del sol se esfuerzan los trabajadores en arrastrar los pesados atunes, contrastando sus figuras laboriosas con la indolencia del grupo de tres marineros a la derecha. Es una pintura llena de reverberaciones, el brillo del sol en el agua es cegador como en pocas obras. El sol, que a tantos niños y pescadores les hace llevar la mano cual visera para protegerse los ojos, lo inunda todo aquí. Esta última pintura para la Hispanic fue realizada cuando ya planeaba sobre el artista la enfermedad que lo llevaría a la muerte.
El encargo de la Hispanic Society lo concluye en 1919, por lo que regresa a Madrid y toma posesión de la cátedra de colorido, composición y paisaje en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. En el mes de junio descansa en Valencia y en agosto se embarca hacia Palma de Mallorca. Se asienta en la Cala de San Vicente de Pollensa, donde recoge distintas panorámicas de esa cala. En el mes de septiembre se acerca a Ibiza, y ahí plasma por última vez el Mediterráneo. De nuevo en Madrid, en sus ratos libres sigue ocupándose en retratos y de las últimas versiones del jardín de su casa, hasta 1920 en que pintando Retrato de la señora de Pérez de Ayala sufre un ataque de hemiplejia que lo aparta de los pinceles para siempre dejando la obra incompleta. durante tres años su familia intentará su recuperación, llevándole todos los veranos a San Sebastián y Valencia, pero el pintor languidece poco a poco hasta que fallece en la casa de su hija María en Cercedilla, provincia de Madrid, el 10 de agosto de 1923".
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